Mientras atendemos a los pacientes en consulta, uno de los comentarios más comunes es que, de manera habitual, los pies se les quedan fríos, ya sea en invierno o en verano.

Este fenómeno puede tener varias causas, pero de una manera u otra, el aporte de sangre al pie siempre va a estar relacionado. En ocasiones también puede ser debido a un problema en los nervios, veamos el motivo.

Una de las formas que tiene el organismo de regular la temperatura es mediante la dilatación (apertura) o constricción (cierre) de los vasos sanguíneos de una zona en concreto del cuerpo. Cuando se dilatan, la zona está más caliente, y al cerrarse más fría, o eso es lo que busca el cuerpo. Estos cambios en el diámetro de los vasos sanguíneos están producidos por nuestro sistema nervioso, por lo que si un nervio transmite al vaso la señal de que se dilate, si este está sano, lo deberá hacer. Al dilatarse la zona se calentará más, lo que puede permitir mantener la temperatura o, si esta es muy elevada, que se intercambie con la temperatura exterior y se enfríe el organismo. 

Por otro lado, si la sangre no llega bien a la zona, ya sea por una obstrucción, porque la arteria esta “estropeada”, o por que debido a algún tipo de trastorno las arterias se cierren parcialmente, todo el segmento quedará más frío que el resto.

Por tanto, si los nervios están alterados o las arterias no funcionan correctamente, la zona puede quedar con menor aporte de sangre, lo que producirá esa sensación de frío. Esta condición se da de manera habitual en los pacientes con síndrome de pie diabético, una patología asociada a la diabetes, y que no todos los diabéticos padecen, que puede causar neuropatía y arteriopatía (alteración de los nervios y las arterias respectivamente).

Cuando en consulta vemos que algo no anda bien respecto al aporte de sangre, realizamos un estudio eco-doppler, que nos permite valorar la salud de las arterias. Así, podemos ver cómo se mueven, cómo es el flujo de sangre y cómo laten -esto ultimo lo hacemos viendo una onda que nos da el ecógrafo y estudiando sus picos-.

Pero tranquilos, tener los pies fríos no tiene por qué ser algo malo.

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