Todos hemos escuchado hablar en algún momento de nuestras vidas de las plaquetas, un tipo de células que encontramos en la sangre y que intervienen en la coagulación. Sí, esas que el Adiro hace que no se peguen entre si haciendo que tarde más en detenerse una hemorragia si se está tomando. En el torrente sanguíneo las encontramos en su forma inactiva, y es gracias a ciertos mecanismos del organismo que pasan a una forma en la que pueden trabajar, su forma activa. Este tipo de células presentan una sustancia que se liberará al activarse, los factores de crecimiento.

Los factores de crecimiento tienen como función la reparación de los tejidos haciendo que las células de la zona trabajen y vuelva a la función original del órgano.

Encontramos dos formas principales de uso de estos factores de crecimiento en el ámbito de la podología, una forma líquida y una forma de gel:

  • La forma líquida será el PRP o plasma rico en plaquetas, una sustancia con elevada concentración de plaquetas del paciente y que se puede inyectar en una zona como si fuese una infiltración, ya sea en la proximidad de un tendón (por ejemplo el tendón de Aquiles), en una articulación en caso de daños en el cartílago o incluso en una herida crónica, una úlcera que no cicatriza. De esta forma hacemos que las células de la zona “se pongan las pilas” y empiecen a trabajar en la regeneración de la zona dañada.
  • La otra forma en la que podemos aportar estos factores al organismo es mediante un gel, que será útil en múltiples cirugías, mejorando la cicatrización de estas, o en úlceras de manera tópica.

Pero ¿cómo podemos conseguir estos factores de crecimiento? 

Mediante una extracción de una pequeña cantidad de sangre del paciente, se procesa según unos protocolos estandarizados y se obtiene este compuesto que podrá ser empleado en multitud de patologías. Al tratarse de las células del propio paciente, el riesgo de reacción adversa es mínimo, por lo que es una técnica muy segura.

¿Duele la infiltración con PRP?

Como cualquier infiltración puede ser molesta, es menos dolorosa que una infiltración de corticoides, pero aún así puede doler. Por ello, en Clínica Moncayo, preferimos anestesiar la zona antes de poner la infiltración para que el paciente esté cómodo y tranquilo en todo momento.

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