A menudo nos encontramos pacientes con heridas de larga o muy larga evolución. Este tipo de lesiones disminuyen la calidad de vida del paciente que las sufre y suponen un elevado coste para su salud. Y es que aumenta, entre otras cosas, el riesgo de infección de manera muy importante. 

Tradicionalmente, estas heridas han sido tratadas con apósitos medicamentosos que intentan controlar la lesión. En muchas ocasiones es suficiente, pero en un gran numero de estas heridas no es suficiente y es necesario un manejo avanzado para conseguir su cicatrización. 

Para poder curar la herida, en Clínica Moncayo siempre «comenzamos quitando». Pero ¿qué quitamos?

  • Infección. Debido a la larga revolución de ciertas heridas o úlceras, estas tienden a infectarse por bacterias que, además, suelen ser resistentes a muchos antibióticos. Para ello podemos realizar pruebas de laboratorio en las que identificamos las bacterias y cuáles son los antibióticos adecuados para eliminar la infección en caso de que exista.
  • Tejido no viable. Otro de los pasos es eliminar todo el tejido que no vale, ya sea porque esta muerto, porque no cumple con su función o porque sea infeccioso. Solemos realizarlo en consulta, aunque en algunos casos podemos hacerlo en quirófano si es más extenso o de mayor complejidad.
  • Causa de la lesión y presión. Imagina que te roza el zapato. Lo primero que haces es quitártelo para que no siga pasando, ¿no? Pues eso es lo que intentamos hacer con las heridas: quitar lo que las este causando. Además, si es una herida que esta sometida a presión, por ejemplo por estar en la planta del pie, buscaremos métodos para que no reciba presión, mejorando así su cicatrización.

Otro factor importante que deberemos controlares la humedad de la úlcera, ya que es necesaria para la cicatrización, pero un exceso será nociva. La humedad la controlaremos con apósitos, vendajes o con sistemas de presión negativa.

Cuando tenemos todos los factores controlados es el momento de empezar con terapias avanzadas para la cicatrización.

  • Plasma rico en plaquetas o plasma rico en factores de crecimiento. Se trata de un sistema altamente eficaz de cicatrización en el que empleamos sangre del propio paciente para fabricar un medicamento autólogo que pondremos de manera tópica o infiltrada en la lesión, según las características del paciente. En el plasma rico en plaquetas ponemos las plaquetas del paciente en la herida que, al entrar en contacto con el tejido, se activaran ayudando a que la herida cicatrice. En el plasma rico en factores de crecimiento lo que aplicamos es un derivado del primero, es acelular, por lo que no tiene plaquetas, pero si contiene estos factores, un tipo de proteína que favorecerá la cicatrización de la lesión.
  • Ultrasonidos. Técnica de electroterapia en la que se aplica una onda sonora a una determinada frecuencia; esta ayuda a la proliferación de fibroblastos, las células que cicatrizan las lesiones.
  • Microcorrientes. Técnica de electroterapia en la que se aplican en la zona periulcerosa corrientes, por medio de electrodos tipo parche, con una intensidad muy baja, tanto que el paciente no llega a notar ninguna sensación. Este sistema produce una migración de células, pudiendo elegir si queremos que migren neutrófilos (un tipo de glóbulo blanco) o fibroblastos a la zona de la herida o ulcera.
  • Terapia de presión negativa. Consiste en la aplicación mantenida de presión subatmosférica por medio de una consola conectad a la lesión por medio de un tubo. Este sistema produce la reducción de los fluidos en la úlcera al aspirarlos y retirarlos de la zona, favorece la formación de un tejido adecuado para el cierre de la lesión y ademas aproxima los bordes de la herida, lo que reduce el tiempo de curación.
  • Injertos en sello. Consiste en la colocación de múltiples fragmentos de piel sana en la zona ulcerada. Esto producirá dos efectos: por un lado si este queda correctamente incluido en el tejido de la ulcera, disminuirá la superficie de la lesión; por otro, se liberan factores de crecimiento epidermoides, lo que ayuda a que termine de formarse la piel en la herida.
  • Injerto de piel. Mediante esta técnica retiramos una capa de piel sana de una zona donante del propio paciente que será colocada en la zona ulcerada cubriéndola por completo, lo que permite el cierre directo de la lesión. En este caso, el injerto se debe suturar a la zona y debemos impedir la aparición de hematomas que podrían comprometer el éxito de la técnica 

Estas son algunas de las técnicas que podemos emplear para conseguir el cierre de la lesión, debiendo siempre individualizar los procedimientos a cada paciente buscando el mejor resultado posible.

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