Cuando hablamos de la diabetes y los pies se suele pensar en heridas que no cicatrizan o en algún amigo o familiar que ha sufrido la pérdida de alguna extremidad o parte de esta por una úlcera que no cicatriza. Todo esto es debido al síndrome de pie diabético. Esta dolencia consiste en una pérdida de sensibilidad en el pie, así como una pérdida del aporte vascular, es decir, no llega la sangre al pie. Esto produce que puedan aparecer heridas sin notarlo y que estas no cicatricen al no llegar el oxígeno y los nutrientes. Al no cicatrizar tenderán a infectarse pudiendo llegar a complicarse.

Existen distintas formas de tratar estas lesiones (partiendo de la base de que son heridas de difícil manejo): desde apósitos locales a terapias más avanzadas, como es el plasma rico en plaquetas, electroterapia o terapia de presión negativa (TPN).

La terapia de presión negativa consiste en la aplicación de presión subatmosferica con el fin de intentar acelerar la cicatrización, pero ¿cómo acelera este proceso?

Por un lado, la aplicación de esta presión negativa, es decir, de vacío, produce una aproximación de los bordes de la herida,. Esto favorece la proliferación celular, además, al acercar vasos sanguíneos a la zona aparece una mayor “neovascularización”, es decir, la formación de nuevos vasos. Uno de los problemas que podemos encontrar con las úlceras es el exudado, el líquido que sale de la herida, y que puede comprometer la cicatrización al macerar los tejidos, este sistema elimina el exudado de la herida y lo traslada a un contenedor externo.

En Clínica Moncayo empleamos la terapia de presión negativa domiciliaria. Para este procedimiento se coloca el sistema en la herida o úlcera y se conecta mediante unos tubos a un aparato que el paciente se lleva a casa. Este contiene el contenedor de recogida de exudado así como la unidad de vacío. El paciente puede hacer vida normal, puesto que el sistema cuenta con batería y tiene un tamaño reducido, por lo que puede llevarlo consigo en sus actividades diarias en una mochila o bandolera.

Las complicaciones asociadas a este tratamiento son escasas y fácilmente controlables, la principal es que se humedezca la piel alrededor de la lesión.

Ya en 2017 Javi, nuestro podólogo, participó en un estudio sobre este tratamiento, lo podéis leer en este enlace.

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