Seguro que más de un padre se ha encontrado en esa situación: su hijo no quiere comer y no sabe qué hacer para lograrlo. Es importante saber que los niños no deben ser forzados a comer, en lugar de eso, hay que averiguar el motivo de la falta de apetito.
Es posible que rechace alimentos porque está demasiado inactivo como para tener hambre. O justo lo contrario, demasiado activo y cansado. Algo que se puede evitar fácilmente mediante la planificación de un breve periodo de reposo para el niño un rato antes de las comidas. Otra buena opción es darle un libro de ilustraciones para que se divierta tranquilamente.
También es posible que se deba a que realmente no tiene hambre porque, antes de la hora de comer, ha tomado alguna bebida o un pequeño bocadillo. En ese caso bastará con omitir cualquier alimento o bebida una hora y media antes de la comida. Ayudará a resolver el problema.
Lo que quizá no habías imaginado es que un padre ansioso también puede interferir en el apetito de su hijo. Las emociones pueden retardar el flujo de los jugos gástricos e inhibir la digestión. El rechazo a comer también puede ser el resultado de demasiada atención. A los niños les gusta que sus padres estén pendientes de ellos, y pronto aprenden que rechazar la comida es una manera de obtener esa atención.
¿Y cómo hay que actuar ante un niño que no quiere comer? Lo mejor es que la familia continúe con la comida sin comentarios al respecto y, cuando terminen, le retiren el plato. Este procedimiento es más difícil para el padre que para el niño. En la siguiente comida, un niño saludable tendrá hambre suficiente para disfrutar de los alimentos que se le ofrezcan.

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