La llegada el buen tiempo llena las calles de corredores. Las horas de sol extra, el fin de esos días fríos y lluviosos hacen que tengamos más ganas de calzarnos las zapatillas y salir a disfrutar del aire libre, aunque sea en el interior de la ciudad.

Los inicios suelen ser buenos, llegas a casa cansado pero contento después de haber sudado la camiseta. Eso te anima para repetirlo al día siguiente y así vas creando una rutina. Pero conforme corras más tendrás un mayor riesgo de sufrir lesiones, y es que los tejidos se van estresando y el deportista sufrirá las consecuencias de esto.

Hoy os queremos hablar de una lesión frecuente. Comienza con dolor en la pierna, por la zona de delante, y es que en esta región encontramos la tibia, ese hueso que los piratas estampaban en sus banderas. Recubriéndola tenemos el periostio, una membrana que recubre los huesos y que les aporta nutrición, además interviene en la remodelación ósea.

Ciertos aspectos como una pronación excesiva, el cambio en la superficie de entrenamiento, zapatillas inadecuadas (con mucha o poca amortiguación) pueden favorecer la aparición de una inflamación de la membrana antes mencionada, el periostio.

Hablemos un poco de la zapatilla, nuestra gran aliada o enemiga, según se mire. En el caso de una zapatilla muy blanda esta permite que se realicen movimientos de pronación con mayor facilidad, este gesto genera a su vez un momento de rotación interno de la tibia a nivel del tobillo, pero como en la rodilla esta bien sujeta se mantiene firme impidiendo que rote, lo que genera un gran estrés en el periostio, y este responde inflamándose y causando el cuadro doloroso. Por otro lado, una zapatilla muy dura o con poca amortiguación transmitirá más el impacto, generando un momento de flexión en la tibia si se asocia con cierta forma del pie.

El tratamiento en primer lugar pasa por un adecuado estudio biomecánico para comprender las causas que han llegado a producir ésta molesta lesión. Entre las recomendaciones encontraremos el uso de un calzado adecuado al pie del deportista, uso de ortesis plantares (plantillas) en caso de que sean necesarias para corregir la biomecánica, estiramientos, vendajes o incluso infiltraciones. En casos muy avanzados o que no cedan al tratamiento conservador puede ser necesario recurrir a la cirugía.

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